lunes, 1 de octubre de 2012

VIENTOS DEL PUEBLO


Buscaba una canción y encontré un poema. Llevaba tiempo dándole vueltas a varias melodías y quería utilizar alguna de ellas para escribir sobre estos tiempos inciertos que nos están tocando vivir.

Fue Asunción Demartos hace un par de años, la que me propuso embarcarme en un proyecto para hacer un repaso de la vida y obra de Miguel Hernández. Una de las melodías que guardaba le gustó y me pidió que hiciera una adaptación del poema "Vientos del pueblo". Tuve en bandeja la letra que yo no encontraba, ni era capaz de escribir de mi puño. No lo dudé. 

Hay poemas que encierran un mensaje universal de tal envergadura, que son capaces de mantenerse vigentes, ayudando a la vez a rescatar del pasado injusticias que hoy también se perpetran, con nuevos métodos pero idéntica finalidad. Hay poemas que respiran libertad.  Y es urgente recordarlos y cantarlos...





Sabía que iba a ser una obra controvertida, arriesgada y valiente. Y así fué. Nunca he pertenecido a partido político alguno, no me inspiran confianza, imagino que como cada vez, a más gente. Sin embargo, a través de la música, uno puede, de vez en cuando, liberar una necesidad urgente de alzar la voz, para que se escuche a los que ya no la tienen, que cada vez son más...


Nunca te puedes mantener al margen del mundo en el que vives, ni callarte, ni agachar el lomo. La tibieza ante las injusticias es una manera de consentirlas y tolerarlas. Mis reflexiones fuera y dentro de la música, para bien o para mal, también forman parte de ella.


"Vientos del Pueblo" la he querido incluir en "Diario de Viaje", disco que va a ver la luz en breve. Miguel Hernández estará presente, para traer del olvido verdades que siguen hoy más despiertas e incandescentes que nunca. Podré así resumir algunas de mis inquietudes, cantando una canción, o mejor un poema.




miércoles, 25 de enero de 2012

LA CUESTA DE ENERO






  La cuesta de enero es saldar deudas sin alma
 mientras pierdes el crédito y obvias la entrega.
Es ver y apilar los platos sucios con calma
y recogerte la ropa... y doler la friega.

      Es cargar con cojera las vigas a cargo  
  e ir mordiendo el polvo encarcelando la mota.
  Inquisición del juicio, vergüenza en letargo,
   las horas de duelo, el aprobado sin nota.
                                      
    La cuesta de enero es embriagar la cordura
     y empezar de cero maldiciendo la altura.
     Es abrir bodegas y cerrar bien los ojos,
    mirar hacia dentro, combatir los reflejos
     y beberte la bruma, la niebla, el espejo,
     sumando la resta de los números rojos.


  La cuesta de enero es soportar al experto,
 doctorado en talento, que escribe renglones
 sólo a socios ramplones, lumbreras de un huerto,
 nuestra pluma selecta, carroña con óles.

      Y es pintar las paredes, llenarlas de acordes,
     navegar a la contra y huir de la ola,
  la columna y palmada, la prensa y los bordes,
  y la mafia y la noria... y la gloria y la moda.

 La cuesta de enero es darlo todo por nada
templando un latido malherido de espada
a golpes de acero, sudor y errante piedad.
 Y es crujir de huesos, vacío si me nombras,
  exilio de besos, hastío entre las sombras,
   oxidar los febreros y mentir la verdad.