viernes, 28 de enero de 2011

CULTIVO UNA ROSA BLANCA

Hace algunos años tropecé con una de esas encrucijadas vitales en las que sorteamos rocosidades que nos ayudan a atesorar respuestas para seguir creciendo.

Todo vino por cierta oscuridad, gestada en personas que aparecieron en mi vida en aquellos tiempos, haciendo que las ganas de conservar un pequeño código de valores al que serle fiel fueran mermando. Ahondé en multitud de interrogantes abiertos sin respuesta, convencido tan sólo de que la siembra nunca germina en tierra estéril.
 
Los que han sentido alguna vez la traición a sus espaldas, la ingratitud, la envidia y demás miserias, sabrán bien de que hablo. Todo eso me llevó a desconfiar de la utilidad de las “armas blancas” ante los temporales sombríos. La encrucijada pasó por no creer demasiado en la conveniencia de ese código y en sopesar si llevar a cabo otro más acorde con los tiempos, con la mala sangre reinante…

Los poemas, al igual que los libros, llegan “casualmente” a nuestras manos con la certera y clarificadora intención de ofrecer respuestas que quizá habitaban dormidas, hasta que alguien las arranca de su letargo...

Este sencillo poema de José Martí que os presento me lo recitó en esa ocasión de forma sanadora mi madre, para mostrarme que nunca podemos desteñir el color de nuestra esencia, ni herirnos con ortigas, aunque alrededor
pretendan infectarte… Quizá éste fue uno de los motivos por los que le dediqué a ella el disco junto con mi padre ( del que ya hablaré en otra ocasión ) ya que, gran parte del aroma que se respira en todos los temas de Nómada se debe en gran medida a esa Rosa Blanca que me ofreció en su día con ternura para sortear esa encrucijada, con una caricia amable de poesía fértil.



Aquí lo tenéis...







Cultivo una rosa blanca
en junio como en enero
para el amigo sincero
que me da su mano franca.

Y para el cruel que me arranca
el corazón con que vivo,
cardo ni ortiga cultivo;
cultivo la rosa blanca.






Hoy, al echar la vista atrás recuerdo esta enseñanza, ese legado a modo de verso que me alejó en su día de viejos fantasmas y trae hoy calma para afrontar los venideros. O al menos intentarlo sin desfallecer…