miércoles, 25 de enero de 2012

LA CUESTA DE ENERO






  La cuesta de enero es saldar deudas sin alma
 mientras pierdes el crédito y obvias la entrega.
Es ver y apilar los platos sucios con calma
y recogerte la ropa... y doler la friega.

      Es cargar con cojera las vigas a cargo  
  e ir mordiendo el polvo encarcelando la mota.
  Inquisición del juicio, vergüenza en letargo,
   las horas de duelo, el aprobado sin nota.
                                      
    La cuesta de enero es embriagar la cordura
     y empezar de cero maldiciendo la altura.
     Es abrir bodegas y cerrar bien los ojos,
    mirar hacia dentro, combatir los reflejos
     y beberte la bruma, la niebla, el espejo,
     sumando la resta de los números rojos.


  La cuesta de enero es soportar al experto,
 doctorado en talento, que escribe renglones
 sólo a socios ramplones, lumbreras de un huerto,
 nuestra pluma selecta, carroña con óles.

      Y es pintar las paredes, llenarlas de acordes,
     navegar a la contra y huir de la ola,
  la columna y palmada, la prensa y los bordes,
  y la mafia y la noria... y la gloria y la moda.

 La cuesta de enero es darlo todo por nada
templando un latido malherido de espada
a golpes de acero, sudor y errante piedad.
 Y es crujir de huesos, vacío si me nombras,
  exilio de besos, hastío entre las sombras,
   oxidar los febreros y mentir la verdad.